
Tú, Platero, no has subido nunca a la azotea. No puedes saber qué honda respiración ensancha el pecho (…) tú, Platero, bebiendo en el pilón, sin verme, o jugando, como un tonto, con el gorrión o la tortuga. (Platero y yo, Juan Ramón Jiménez, Alianza Editorial, 2005, p.41-42).
Pienso que de vez en cuando hay que subir a la azotea para tomar perspectiva, pero también hay que bajar al detalle... y al final van encajando poco a poco las piezas.